Chico esquirol

8点∀ Chico costroso

"Desangrándome... no puedo... ver..."

La arena era roja, y más allá del horizonte se extendían dunas que parecían infinitas. Esta tierra, antaño sagrada, de Zelaria, ahora yace devastada por las bestias que, según se cree, fueron enviadas por Dios para acabar con el mundo. Dos mil años después, el mundo no ha terminado, pero estas criaturas siguen vagando libres. Son pocos los que se atreven a viajar hasta aquí; es un lugar donde solo se encuentra la desesperanza. Vienen en busca de un tesoro, y se dice que quienes lo busquen serán puestos a prueba con fuego si de verdad desean encontrarlo.

Durante los primeros siglos, la reconquista de Tierra Santa fue el ideal de protección de toda nación. Con la caída de la ciudad, el mundo comenzó a desmoronarse con ella. En la era anterior a la bestia divina, se establecieron precauciones para que, si por alguna razón el reino bendito necesitara ayuda, pudiera recibirla desde cualquier lugar del planeta. Desafortunadamente, todos los esfuerzos fueron en vano, pues ni siquiera las armas modernas pudieron vencer a estos monstruos.

Una vez que se calmó la situación y los involucrados comenzaron a darse cuenta de que los estaban llevando al matadero, los soldados se rebelaron junto con el pueblo. Nadie quería luchar en una batalla perdida, especialmente cuando la sentían más como un sacrificio. La discordia se hizo más común que nunca, y muchos recurrieron a su último recurso: enfrentarse al principal sindicato religioso del mundo para evitar una muerte sin sentido. Según se decía, esta organización gozaba de gran confianza y supuestamente provenía de un individuo que ayudó a llevar al mundo a un estado de paz. Aunque a lo largo de los siglos la corrupción se ha manifestado, la humanidad mantiene el optimismo.

Los fragmentos de paz que quedaban se convirtieron en guerras totales por todo el mundo, y sus ecos aún resuenan en recuerdos lejanos. Con el paso de las generaciones, que envejecían y morían, nacían otras nuevas para ocupar su lugar. Vivían a la sombra, temiendo profundamente que la bestia divina escapara del desierto y sembrara el caos entre sus seres queridos. Otros miembros del gobierno mundial tenían motivos ocultos; muchos ansiaban ver quién se apropiaría de las tierras sagradas y controlaría el poder de Dios. Donde antes reinaba la paz, ahora reinaba un vacío envuelto en discordia.

Existía una historia sobre un hombre que soñaba con vagar por estos desiertos. El sol ya no brillaba sobre su gente y reinaba la melancolía. Cuando la oscuridad se cernía sobre la humanidad, este hombre surgió de las sombras como un profeta enviado para traer luz. Se cuenta que, mediante un sueño lúcido, pudo visitar las zonas prohibidas de este territorio sagrado. Al entrar, una voz lo llamó, diciéndole que abriera el tomo al final de la biblioteca y leyera las antiguas escrituras. Parecía estar escrito en un lenguaje cifrado; muchas de sus páginas estaban arrancadas o manchadas de tinta.

Según lo que pudo descifrar del texto que quedó entre las manchas rojas de las páginas, su predicción era que alguien mataría a las bestias y cargaría para siempre con el estigma de estar cubierto de su sangre. Después de eso, nunca más se supo del hombre, pero todos los países tomaron en cuenta su última advertencia: no interferir con la muerte carmesí. Se acercaba; no se sabía cuándo, pero se podía sentir en el aire cuando partió.